Opinión

Contra las cuerdas

Nos adentramos en la época del año en la que normalmente disminuye el ingreso de dólares, sin red de seguridad alguna. El Banco Central se encuentra con reservas en un estado crítico.

6 Jul 2023

 Las perspectivas para el segundo semestre son delicadas, especialmente después de las elecciones primarias.

En Argentina suceden cosas que sonarían irreales para un habitante de una nación relativamente normal. Por ejemplo, encontramos un Estado completamente quebrado conviviendo con una sociedad productiva que aún no ha llegado a ese punto, y que se resiste con uñas y dientes a que ese elefante blanco aturdido por el fracaso la arrastre hacia el abismo. Es un país donde se repiten recetas obsoletas desde hace mucho tiempo, probadamente inútiles y perniciosas, pero que gran parte de la población aprueba y el resto tolera con extraña resignación. Estos últimos deben dedicar gran parte del día a meditar sobre opciones y cursos de acción para generar anticuerpos que los protejan de la debacle que se propone desde el poder.

Quizás el Fondo Monetario Internacional termine salvando al elefante blanco, o más bien prolongando su agonía hasta que aparezca un alma noble que se haga cargo del enfermo, genere recetas de difícil cumplimiento y se enfrente a la familia del convaleciente, que buscará una salida rápida y fácil.

El punto es que Argentina atraviesa la semana con reservas en estado crítico, como muestra el gráfico de Juan Pablo Álvarez. Con el último pago al FMI, las reservas brutas cayeron por debajo de los 28.000 millones de dólares, con reservas netas en -6000 millones y reservas líquidas en niveles desconocidos. Una consultora se atrevió a anticipar que Alberto Fernández dejará el gobierno con un rojo en el Banco Central de alrededor de 15.000 millones de dólares. Esto a pesar de la formidable contribución que hizo el campo en años recientes, superando a las administraciones anteriores.

A menos que haya ayuda externa o se recurra una y otra vez al dólar soja, esta administración no tiene ideas para intentar estabilizar este avión en pleno vuelo. Los errores acumulados y las limitaciones políticas son tan importantes que no queda más remedio que reiniciar desde cero y cargar todo el contenido de manera más sensata. No se puede esperar nada de un gobierno en retirada.

Mientras tanto, el peso argentino es la cuarta moneda que más valor ha perdido en lo que va del año a nivel mundial, a pesar de que el gobierno ha realizado todo tipo de malabares en un intento de evitar una devaluación brusca. Fitch mencionó al respecto que "se espera que los controles de capital sean estrictos después de las elecciones, ya que una devaluación significativa de la moneda se vuelve cada vez más inevitable". De hecho, una brecha del 80-90% y la falta de reservas en el Banco Central alimentan la sensación de que en algún momento Argentina deberá aceptar un salto cambiario significativo.

Mientras tanto, el FMI sigue extendiendo el rescate. El Ministerio de Economía anunció el pago de la deuda con el organismo multilateral que vencía el pasado viernes utilizandoDEG y yuanes. No hay otro recurso disponible, además interesa no generar desconfianza en los depositantes que pueda llevar a una masiva extracción de dólares de los bancos.

Ahora, funcionarios del gobierno estarían viajando a Washington para intentar asegurar algún tipo de acuerdo con el equipo de Georgieva, aunque nada está confirmado del todo. Los comentarios indican que el FMI estaría dispuesto a otorgar a Massa mucho menos dinero del que está solicitando. Además, se dice que solo permitirían una fracción menor para intervenciones en el mercado de cambios, y sería el propio FMI quien decidiría en qué nivel de dólar paralelo se permitiría intervenir. Argentina no puede tener pretensiones, ya que no ha cumplido ninguna de las metas establecidas con el organismo.

Las divisas alternativas se mantienen a duras penas por debajo de los 500 pesos. Al Banco Central le cuesta millones diarios mantenerlas en ese nivel. Según el propio BCRA, en mayo se utilizaron 759 millones de dólares para este propósito, casi la misma cantidad que el pago neto del gobierno de Alberto Fernández al FMI en tres años. La autoridad monetaria terminó el primer semestre vendiendo netamente 3.067 millones de dólares en el mercado oficial. Ajustados por inflación, todas las divisas alternativas parecen baratas.

Esta aparente calma en el mercado cambiario hace que los aliados del ministro candidato se atrevan a hablar de "estabilidad". Tal vez la idea sea distraer de la falta de dólares en el BCRA. Pero el plan puede complicarse, ya que los ingresos de divisas en el segundo semestre suelen ser mucho más modestos, y esta vez sería aún peor. Todo el mundo está tratando de adivinar cuándo se quedará sin municiones el cargador de la autoridad monetaria. La mala praxis y la sequía conforman una combinación fatal, y no permitieron crear la más mínima reserva en el primer semestre.

Sin dudas, los momentos más complicados para el gobierno están por venir, especialmente si los resultados de las elecciones primarias no le son favorables. En ese caso, mucho dependerá de cómo la gente lo interprete, especialmente en lo que respecta a la dolarización de carteras y la retirada de depósitos.

En general, los economistas ya no discuten el creciente deterioro que enfrentarán las reservas en el segundo semestre, sino la velocidad con la que se producirá el colapso. Existe una convicción absoluta de que la actual paridad cambiaria no puede sostenerse de ninguna manera. Esto también frena muchos movimientos, incluso en el sector agrícola.

Con pocas señales de cambio de rumbo, el gobierno intenta de todo. El Banco Central ahora permitirá que los bancos comerciales del país abran cuentas en yuanes para sus clientes. Según datos oficiales, este mes los compromisos a cumplir, tanto con el organismo multilateral de crédito como con inversores privados, superan los 4.000 millones de dólares en total, sumando amortización de capital e intereses.

Se supone que los pagos relacionados con el FMI se trasladarán al último día de julio, tratando de ganar tiempo. Si no hay un rescate, podrían significar un derrumbe histórico en las reservas. Alguien suspicaz advierte que, según los estatutos del FMI, en caso de un eventual incumplimiento de pago, primero declarará al país en mora y recién después de seis meses lo considerará en default, es decir, cuando ya haya un nuevo gobierno.

En medio de todo esto, la producción lucha por sobrevivir. Cada día es más difícil concretar importaciones de insumos debido a la falta de dólares. La deuda con los importadores supera los 11.000 millones de dólares (un aumento del 96% desde que asumió Massa) y representa el 35% de las reservas brutas. Sin duda, habrá que rezarle al Fondo. Para los argentinos, el largo plazo es un mes, como máximo dos. Según una consultora de peso, será difícil evitar un discreto salto en el tipo de cambio (especialmente después de las elecciones primarias), por lo que recomiendan monitorear constantemente las reservas del BCRA, el nivel de brecha cambiaria, la variación de los depósitos en dólares y la emisión monetaria utilizada, en principio, para financiar al sector público. Mientras tanto, las acciones y bonos muestran una mejora en el exterior en estos días, un símbolo de la apuesta del mercado a un cambio de rumbo después de diciembre. Esto a pesar de que desde el primer día el ganador se enfrentará a un infierno en la tierra.