En medio de una nueva etapa de tensiones comerciales con Beijing, Estados Unidos prorrogó hasta el 31 de agosto la suspensión de aranceles a una serie de productos clave importados desde China. La decisión fue anunciada por la Oficina del Representante Comercial (USTR, por sus siglas en inglés) y se inscribe dentro del extenso conflicto bilateral sobre propiedad intelectual, transferencia tecnológica e innovación.
Las exenciones arancelarias forman parte de la Sección 301 de la Ley de Comercio, una herramienta que permite imponer represalias comerciales frente a prácticas extranjeras consideradas desleales. Aunque Washington y Beijing acordaron en mayo una tregua de 90 días con reducciones tarifarias recíprocas, la tensión se mantiene. De hecho, el expresidente Donald Trump acusó recientemente al gobierno chino de incumplir parte de los acuerdos firmados, sin especificar en qué términos.
El anuncio llega en un momento crítico para China: su industria manufacturera atraviesa la mayor contracción en ocho meses, con una caída del índice PMI a 48,3 puntos en mayo -por debajo del umbral de expansión de 50-. El descenso se explica, en parte, por la baja sostenida de pedidos del exterior y una política de reducción de precios para mantenerse competitivos.
La USTR señaló que la prórroga responde a una revisión en curso basada en audiencias públicas y comentarios del sector privado. Además, anticipó que podrían evaluarse nuevas extensiones o modificaciones según las recomendaciones del Comité Interinstitucional de la Sección 301.
Mientras los indicadores económicos chinos continúan mostrando señales de debilidad, la Casa Blanca parece apostar por una estrategia de presión combinada con alivios puntuales, buscando equilibrar intereses internos y contener los efectos globales de la disputa.
Con información de Infobae
