Opinión

¿Por qué los argentinos quieren ser más uruguayos?

La instalación de empresas y particulares argentinos del otro lado del Río de la Plata

27 Ago 2021

 La instalación de empresas y particulares argentinos del otro lado del Río de la Plata motiva a indagar en las razones que llevan a transitar el camino inverso de un capítulo de la historia que por estas horas registra un nuevo aniversario.

Un 27 de agosto 1828 se firmó la Convención Preliminar de Paz que puso fin a la Guerra del Brasil, un hecho que marcó la independencia definitiva de Uruguay, refrendada dos años después con la jura de su primera Constitución. Sin embargo, los festejos patrios uruguayos  no tienen al próximo miércoles como una fecha central, sino que se enfocan en lo que se sucedió un día como hoy, 25 de agosto, pero de 1825, cuando se declaró la Independencia de la Provincia Oriental de todo poder extranjero y la unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Es decir, el día en el que los uruguayos tomaron distancia de los brasileños y las fuerzas lusas para ser un poco "más argentinos". Curioso giro producido con el paso del tiempo y el andar socioeconómico a uno y otro lado del río, 196 años después, varios argentinos toman el camino contrario para ser "más uruguayos".

Claro que la emigración de habitantes entre ambas naciones no es un fenómeno nuevo pero cobró mayor relevancia desde hace al menos un año, a partir del renovado interés de los argentinos por comprar propiedades -cerca de 90.000 ya las tienen, según cálculos del gobierno uruguayo- y desarrollar su vida en tierras orientales, incluyendo la posibilidad de adquirir la ciudadanía. Desde aquellos que buscan una oportunidad o un cambio de vida hasta empresarios de reconocida trayectoria, como Marcos Galperin y Gustavo Grobocopatel, entre otros.

Y, más allá de las diferencias marcadas en la estrategia planteada para afrontar la pandemia de coronavirus en cuanto a restricciones y vacunación. hay razones políticas, sociales y económicas que explican este hecho.

Desde la debacle de comienzos del milenio que afectó a ambos países, Uruguay experimentó un fuerte crecimiento que se extendió hasta mediados de la década pasada y que desaceleró para crecer cerca de 1% en el quinquenio previo a la pandemia.

Apostó a la inserción externa y a la estabilidad macroeconómica mediante un consenso tácito con todas las fuerzas para seguir principios básicos y que los cambios en el poder -han gobernado ya las tres fuerzas más importantes- no sean traumáticos, más allá de los diferentes matices. Una convivencia institucional que quedó reflejada en el abrazo con el que los ex presidentes Julio María Sanguinetti y José Mujica se retiraron del Senado.

El período de recuperación fuerte de la economía tras la debacle de 2001-2002 fue más corto para la Argentina y se combinó con un desequilibrio posterior que hoy mantiene al país en una etapa recesiva y de alta inflación, a tal punto que quintuplica la de Uruguay.

Consecuencia de ello, el PBI per cápita que se mostraba alineado en torno a los 9000 dólares para los dos países en 2008 se distanció a tal punto que el año pasado cayó aquí a u$s 8442 y se mantuvo allá en u$s 15.438. A ello se suma una mayor presión impositiva, cambio de reglas y convulsión política que la vivida en la otra orilla.

 Fuente Banco Mundial y OCDE

Es por ello que los empresarios argentinos instalados en Uruguay hoy destacan que, más allá de las diferencias de costos, prefieren las condiciones de estabilidad, marco jurídico y político que ofrece ese país, junto a la situación fiscal y el impulso a las exportaciones no solo de productos agropecuarios -ya se vende al exterior más carne que en la Argentina- sino también de servicios.

Retomar la senda de crecimiento positivo con reglas claras y políticas de Estado que prioricen el desarrollo del país por sobre intereses partidarios sea, quizá, un camino posible para retener y atraer más inversiones. En definitiva, para escribir el próximo capítulo argentino de la historia rioplatense.