Brasil

Comercio Agrícola: Brasil aspira a producir 20 millones de toneladas de trigo con ciencia e innovación

Brasil se propone un ambicioso salto: pasar de importador a gigante mundial del trigo, aprovechando avances en genética, biotecnología y sostenibilidad. ¿Podrá replicar el éxito de la soja en el Cerrado?

Mientras el comercio agrícola latinoamericano busca diversificarse y fortalecer su competitividad global, Brasil apuesta por un cultivo históricamente secundario: el trigo. El gigante sudamericano planea aumentar su producción a 20 millones de toneladas anuales para 2030, apoyándose en tecnologías de punta, inversión en infraestructura y cooperación internacional.

En los años 70, Brasil apenas lograba rendimientos de 600 kg/ha de trigo. Hoy, gracias al avance en genética y prácticas agronómicas, supera los 3.000 kg/ha en promedio, alcanzando más de 10.000 kg/ha en zonas bajo riego. El área sembrada en regiones no tradicionales como el Centro-Oeste creció más de un 110% en los últimos cinco años, mientras que la producción lo hizo un 130%. En este escenario, la expansión hacia el bioma del Cerrado aparece como una jugada estratégica, que permite triplicar la superficie cultivable sin comprometer la sustentabilidad ambiental.

El éxito de esta meta dependerá en gran parte del desarrollo biotecnológico. Instituciones como EMBRAPA lideran líneas de investigación que buscan dotar al trigo de tolerancia a sequías, enfermedades y altas temperaturas. Asimismo, el uso de agricultura digital, sensores, análisis de datos y agricultura regenerativa se presenta como clave para garantizar productividad y trazabilidad, reduciendo a su vez la huella de carbono y la huella hídrica del grano brasileño.

La mejora en infraestructura logística es otro eje esencial para reducir los costos FOB/CIF y facilitar la inserción en mercados exigentes. Esto incluye inversiones en infraestructura vial y portuaria, corredores bioceánicos y centros de acopio con capacidad de secado y almacenamiento inteligente. En paralelo, Brasil avanza en la adopción de normas fitosanitarias internacionales y protocolos de certificación que respalden la inocuidad y calidad del trigo exportado.

La cooperación con organismos multilaterales como el IICA, FAO y BID refuerza esta estrategia. Estos vínculos permiten el intercambio de conocimiento, la estandarización de criterios de trazabilidad y sostenibilidad, y el acceso a instrumentos de financiamiento climático y seguros agrícolas, fundamentales frente a la creciente variabilidad climática que afecta al cultivo.

El mercado también ofrece nuevas oportunidades para el valor agregado. Brasil no solo apunta a cubrir su consumo interno, históricamente dependiente de las importaciones, sino a insertarse como exportador neto de trigo panificable, trigo duro y subproductos industriales como almidones, harinas especiales, proteínas vegetales y bioenergía.

Desde el sector público y privado, distintas voces coinciden en que el país tiene el potencial para alcanzar su ambicioso objetivo. Jorge Lemainski, coordinador de cereales en EMBRAPA, señala que "el avance genético y la adaptación al Cerrado son el corazón de este nuevo ciclo". Por su parte, Sílvia Massruhá, presidenta de la institución, sostiene que "la agricultura brasileña está impulsada por la ciencia y puede liderar el abastecimiento global con sustentabilidad".

No obstante, persisten desafíos estructurales: la necesidad de ampliar el acceso a financiamiento, seguros indexados al clima, sistemas de alerta temprana y políticas que incentiven la diversificación productiva, son indispensables para sostener el crecimiento.

Brasil enfrenta, así, un desafío de escala continental. Convertirse en potencia triguera no será sólo un triunfo económico, sino también una señal del potencial latinoamericano para liderar con innovación, sustentabilidad y visión estratégica el comercio agrícola mundial. La ruta hacia 2030 está trazada; el futuro del trigo latinoamericano se juega ahora. 

Agrolatam.com