Las lluvias no fueron pareja ni justas. En algunos rincones del norte argentino, la tierra se inundó. En otros, la humedad recién alcanza para aliviar la sed acumulada de los suelos. En el centro del país, en cambio, fue el frío el que se hizo protagonista con temperaturas bajo cero y las primeras postales blancas del año. El clima volvió a recordar quién manda en el calendario productivo.
En una franja del norte santafesino, el agua cayó sin pausa. Se registraron hasta 400 milímetros en pocas horas en localidades como Vera., un volumen que transformó caminos en ríos y lotes en espejos de agua. Allí, el foco de preocupación estuvo primero en las zonas urbanas, pero el campo también sintió el golpe: la cosecha en curso enfrenta demoras y los cultivos de verano, especialmente en sectores bajos, podrían ver agravado su deterioro.
Pero no todo fue negativo. A pocos kilómetros de allí, en zonas como Calchaquí y Toba, las precipitaciones oscilaron entre 40 y 80 milímetros. Allí, donde la sequía venía dejando huella profunda, la lluvia fue un respiro. No alcanza para revertir el daño en cultivos ni para cambiar el rumbo de las pasturas, pero sí sirve para recargar aguadas, dar algo de alivio al ganado y pensar en los verdeos con algo más de optimismo, aunque llegue tarde para muchos calendarios forrajeros.
La otra postal: frío, nieve y heladas
Mientras tanto, el aire polar avanzó desde el sur y se instaló sobre Córdoba. El contraste con el norte fue total. En las sierras, la nieve cayó suavemente durante la madrugada, tiñendo de blanco sectores como El Cóndor, La Cumbrecita y Los Gigantes. Las temperaturas tocaron pisos de hasta -2,3 °C, con sensaciones térmicas aún más bajas, y se registraron heladas que, por ahora, no dejaron daños visibles en los cultivos.
La Ruta de las Altas Cumbres debió ser cerrada momentáneamente por hielo en la calzada. Aunque las imágenes compartidas por vecinos y viajeros despertaron asombro por la belleza de la escena, el frío extremo encendió las alarmas en los campos. El temor por posibles daños en forrajes y cultivos recién implantados suma otra preocupación al escenario productivo.
clima irregular, producción en vilo
En varias localidades de la Cuña Boscosa, los acumulados superaron los 100 mm. En zonas donde ya se había empezado a trasladar agua para los animales, el temporal fue una pausa en el desgaste. La carga de las represas trae algo de tranquilidad, pero el horizonte productivo sigue condicionado por los vaivenes del clima.
La humedad, necesaria y bienvenida en muchas zonas, no alcanza a borrar las pérdidas acumuladas ni a garantizar el buen arranque de la campaña de invierno. En otras, la intensidad de las lluvias genera más problemas que soluciones. Y en el centro del país, la llegada temprana del frío agrega incertidumbre a un otoño que todavía no se define.
Una vez más, el campo se acomoda a lo que viene. Pero las ventanas se achican y el margen de error se estrecha. Entre agua y escarcha, la campaña avanza con más preguntas que certezas.