El dólar oficial sigue bajo control, sostenido por el fuerte ingreso de divisas del sector agroexportador. Sin embargo, el Banco Central no logra acumular reservas netas, un punto crítico en su compromiso con el FMI. Hasta ahora, ha comprado cero de los USD 5.600 millones que necesita para alcanzar la meta de junio, aunque el cumplimiento de otras metas macro podría permitir negociar cierta flexibilidad con el organismo internacional.
Mientras tanto, se avanza en nuevas estrategias de financiamiento. El BCRA prepara colocaciones de deuda peso-linked: títulos en los que se suscriben dólares, pero se devuelven pesos al final del ciclo. La tasa es atractiva y, aunque sin emisión directa, el instrumento implica riesgos cambiarios si el dólar se dispara. El objetivo es obtener financiamiento vía mercado y no sacrificar reservas escasas.
Blanqueo 2.0: menos castigo, más incentivo
En paralelo, el Gobierno lanza una versión flexibilizada del blanqueo: un régimen que permite monetizar ahorros no declarados sin penalidades, orientado al consumo formal y la inversión. Aunque no es un blanqueo clásico, implica simplificaciones contables y fiscales que buscan incentivar el ingreso de dólares al circuito legal y reforzar las reservas brutas.
Tensión global: guerra tecnológica y nueva amenaza arancelaria
A nivel internacional, el escenario también impone presiones. Estados Unidos endurece su guerra comercial con China al limitar a sus empresas tecnológicas y amenaza con aranceles a Apple si mantiene producción en China, lo que agita las cadenas de valor globales.
Además, Donald Trump volvió a amenazar con aranceles del 50% a productos de la Unión Europea, aunque postergó su implementación al 9 de julio. El aplazamiento llegó tras una llamada telefónica con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. El mercado celebró la noticia: el índice Stoxx600 subió más de un 1%.
