La llegada del invierno 2025 marca un nuevo desafío para el sector agropecuario argentino, con condiciones climáticas que combinan escasez hídrica, heladas localizadas y una fuerte oscilación térmica. Según el último informe de la Bolsa de Cereales, la mayor parte del área agrícola del país sufrirá un déficit de precipitaciones y temperaturas mínimas bajo lo normal, lo que obliga a productores y técnicos a extremar precauciones.
El contexto es delicado: tras campañas afectadas por sequías recurrentes y un régimen hídrico inestable, esta nueva etapa invernal profundiza la incertidumbre productiva. Desde el NOA hasta la Región Pampeana, la amenaza de heladas no sólo compromete la implantación de cultivos invernales, sino que pone en riesgo la planificación de la próxima campaña gruesa. Las perspectivas indican que este invierno se caracterizará por marcadas oscilaciones térmicas. El ingreso de vientos del trópico generará días templados, pero la posterior irrupción de vientos polares reducirá las temperaturas a niveles bajo lo normal, en un proceso que se repetirá cíclicamente durante la temporada.
El informe del 18 de junio destaca que el este y centro del NOA, el sudeste del Paraguay, Misiones, norte de Corrientes, la Región del Chaco, el nordeste de Santa Fe y el centro-este de Córdoba registrarán temperaturas máximas superiores a 20°C, con sectores que superarán los 25°C e incluso 30°C. En contraste, el centro del NOA, gran parte de Cuyo, el sur de Corrientes, la Región Pampeana y Uruguay mostrarán máximas de entre 15 y 20°C. Las zonas serranas del oeste del NOA, oeste de Cuyo y sudeste bonaerense descenderán por debajo de los 15°C.
Las precipitaciones serán escasas en la mayoría del país. El frente de tormenta previsto hacia el final de la perspectiva no traerá alivio generalizado, ya que la humedad atmosférica será insuficiente para generar lluvias significativas. Sólo el nordeste de Salta, Paraguay, el Chaco, la Mesopotamia y el norte de Uruguay recibirán entre 10 y 30 mm, con focos puntuales más intensos. Mientras tanto, la Cordillera Sur experimentará tormentas severas y acumulados de más de 150 mm.
El arribo de vientos polares profundizará el enfriamiento. El este del NOA, sur del Chaco, norte de Córdoba, Mesopotamia, y centro-este de la Región Pampeana mantendrán mínimas por encima de los 5°C, aunque el norte del Chaco, Misiones, noroeste de Corrientes y gran parte de Paraguay superarán los 10°C. Sin embargo, el centro del NOA, Cuyo y gran parte de la Región Pampeana tendrán mínimas entre 0 y 5°C, con riesgo de heladas localizadas. Las áreas serranas y cordilleranas del oeste del NOA y Cuyo sufrirán heladas generales con valores por debajo de 0°C.
Este escenario exige extremar las buenas prácticas agrícolas (BPA), ajustando la elección de fechas de siembra, estrategias de fertilización, cobertura de suelos y monitoreo fenológico. La escasez hídrica y el frío pueden afectar gravemente al trigo y la cebada, tanto en rendimiento como en sanidad. Las pasturas también verán comprometida su recuperación, lo que podría afectar la ganadería extensiva en regiones clave como la Cuenca del Salado.
En este contexto, la innovación tecnológica será una aliada clave. Desde estaciones meteorológicas conectadas hasta inteligencia artificial para pronóstico y análisis de riesgo, las herramientas de agricultura digital permiten una mejor toma de decisiones. El uso de mapas de riesgo, sensores remotos y plataformas de datos climáticos se vuelve esencial para planificar con anticipación y reducir la vulnerabilidad productiva.
El acceso a crédito agropecuario específico para infraestructura climática cobra especial importancia: sistemas de riego por goteo, coberturas plásticas, almacenamiento de agua y maquinaria adaptada a condiciones extremas. Estas inversiones, muchas veces inalcanzables para pequeños y medianos productores sin apoyo financiero, resultan fundamentales para garantizar la continuidad productiva ante un escenario climático cada vez más exigente.
En definitiva, el invierno 2025 demanda una estrategia combinada entre previsión climática, manejo agronómico inteligente y políticas públicas adaptativas. Con un régimen hídrico fragmentado, temperaturas variables y riesgo de heladas, el productor argentino deberá apostar a la planificación, la tecnificación y el asociativismo para sostener la rentabilidad y avanzar hacia un modelo agropecuario resiliente.