Con la compra de USD 80 millones, el Banco Central consolidó ayer la tímida racha compradora que inició a mediados de la semana pasada y acumuló USD 119 millones en las últimas cinco jornadas. El dato enciende una lucecita tranquilizadora tras las fuertes ventas con las que terminó el mes pasado, cuando cerró con un saldo negativo de USD 1275 millones.
Sin embargo, resulta todavía insuficiente para revertir el pésimo inicio de agosto, en el que perdió más de USD 850 millones, que ahora logró recortar dejando el saldo en un rojo de unos USD 730 millones. Y resulta un monto todavía más exiguo si se contrasta con lo que exige el Fondo Monetario.
De acuerdo a la última revisión con el organismo, en el que se flexibilizaron las metas trimestrales pero no las anuales, el FMI redujo el objetivo de acumulación de reservas hacia fin del mes próximo en USD 300 millones. El Banco Central, entonces, deberá acumular un total de USD 4100 millones al 30 de septiembre en vez de los USD 4.400 millones originales.La reducción descomprime poco la presión para el BCRA ya que, para alcanzar el nuevo objetivo, debería comprar a razón de USD 100 millones diarios hasta esa fecha, en base a cálculos privados conservadores respecto del nivel actual de reservas netas.
Aun cuando la tendencia parece haber mejorado gracias a la reducción de los pagos por importación de energía que suman en agosto USD 735 millones, menos de la mitad que en julio a esta altura del mes, y también gracias a una posible mejora en el ingreso de divisas -el agro por ejemplo ingresó el martes unos USD 300 millones, el doble del promedio diario del mes-, lo cierto es que cumplir con el objetivo luce más que desafiante. Incluso contabilizando el flujo adicional de USD 1.000 millones por parte de los exportadores con los que espera contar el Gobierno a partir de la puesta en marcha de las cuentas remuneradas para la prefinanciación de exportaciones que ya se puso en marcha.
En este contexto, se descuenta que una nueva flexibilización de esa meta será unos de los objetivos centrales de Leonardo Madcur, el jefe de asesores del ministro de Economía, Sergio Massa, cuando viaje a fin de mes a Washington para iniciar las conversaciones con el Fondo Monetario. Aunque no tratará con los mismos funcionarios, Madcur es el único funcionario del equipo económico con experiencia en negociar con el FMI, tarea que cumplió hace 20 años acompañando al ex ministro Roberto Lavagna.
Por supuesto, también el ahora integrante del comité asesor de deuda Daniel Marx tiene vasta trayectoria en el tema, pero su participación en la comitiva no fue informada. En cualquier caso, el propio Massa se sumará a las discusiones en la primera semana de septiembre, con la expectativa de que, mientras no se modifiquen las metas anuales, la revisión sobre los objetivos del tercer trimestre sea más laxa.
De hecho, cuando se delinearon los supuestos en los que se fundamentó el acuerdo, se contempló un apoyo adicional de los organismos multilaterales de crédito como el BID y el Banco Mundial por al menos USD 2.500 millones.
Los desembolsos de esos fondos, que hubieran contribuido a fortalecer la posición del Central, nunca se produjeron.
Como objetivo de máxima, renegociar la meta de acumulación anual de USD 5.800 millones también luce sensato ya que, tal como publicó Infobae, sólo en dos años de los últimos nueve, el Banco Central logró acumular reservas en el segundo semestre. En ambos casos, fue después de una devaluación y por un monto marginal e insuficiente para las magnitudes actuales que se discuten.
Es en esa retrospectiva donde aparece el principal escollo para Massa.
El Fondo Monetario tal vez se muestre receptivo a una modificación de la metas, dados los desvíos por el mayor pago de energía, un coletazo de la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero puede resultar más complejo lograr esa flexibilización si el Gobierno además incumplió con un objetivo central del acuerdo: mantener competitivo el tipo de cambio.
En otras palabras, puede hacer la vista gorda a la falta de acumulación de reservas por haber gastado más dólares en importar en energía pero es más difícil de justificar la falta de compra de dólares como consecuencia del atraso cambiario.