Avanzada la zafra de terneros y en pleno período de salida de vacas, el mercado ganadero vuelve a poner el foco en un aspecto clave para la sostenibilidad de la cría: las relaciones de reposición. Esta relación entre el valor de venta de una vaca de descarte y el precio de una vaquillona preñada funciona como termómetro para medir cuándo conviene -y sobre todo, cuándo es posible- renovar el stock de vientres sin afectar la estructura productiva.
Históricamente, entre los meses de enero y mayo, esta relación se ha movido entre 2 y 3 puntos, con un promedio general de 2,36. Es decir, que con la venta de unas 2,3 vacas tipo conserva (de aproximadamente 400 kg), un criador podía incorporar una vaquillona preñada a su rodeo. Sin embargo, ese equilibrio se ha desviado en algunos años por la valorización del descarte -generalmente impulsada por la demanda exportadora- o por caídas abruptas en la valorización de los vientres.
Un momento favorable para la reposición
En este 2025, el mercado muestra señales alentadoras: la relación actual entre el valor de una vaca vacía de descarte y una vaquillona preñada se ubica en torno a 2,6, es decir, un 10% a 15% por encima del promedio de los últimos años. Esto refleja dos fenómenos simultáneos: por un lado, la firmeza en los valores que empiezan a mostrar los vientres; por el otro, cierta estabilidad -e incluso estancamiento- en el precio de la vaca de refugo.
Medido en términos reales, el valor de las vaquillonas ha registrado una mejora del 18% interanual, mientras que la vaca conserva apenas avanzó un 5%. Por comparación, otras categorías como novillos o novillitos con destino a faena subieron entre 20% y 25% en lo que va del año.
El ternero como motor del recambio
Pero más allá del refugo, hay una segunda relación que hoy juega a favor de la reposición: la del ternero. Analizando la relación entre el valor de un macho de 180 kg y una vaquillona preñada, se observa una proporción de 1,9, uno de los niveles más bajos de la serie histórica. Este dato cobra relevancia porque el valor del ternero ha tenido una suba interanual del 24%, superando claramente la evolución de los vientres. Con precios de invernada firmes -el ROSGAN marca un promedio en torno a los $3.500 por kilo-, la venta de terneros aparece como la vía más sustentable para renovar el plantel de madres sin apelar a una liquidación de stock.
Esto configura un escenario más virtuoso para la ganadería: la reposición se impulsa por el valor del producto principal de la cría -el ternero- y no por una valorización extraordinaria del descarte, como ocurrió entre 2019 y 2021, cuando el boom exportador generó un sobreuso de vacas que aún hoy impacta en el stock nacional.
Una oportunidad para reconstruir
Después de más de cinco años de retroceso en la cantidad de hembras en el rodeo nacional, los datos indican que el 2025 puede marcar el inicio de un ciclo de recomposición. El incentivo económico está dado y las señales del mercado acompañan.
Sin embargo, los valores de las vaquillonas preñadas todavía no reflejan plenamente la firmeza que podrían alcanzar en un contexto donde la demanda global de carne supera con creces la oferta esperada para los próximos años. Según proyecciones del USDA, las exportaciones mundiales de carne vacuna seguirán creciendo, al igual que el consumo, lo que refuerza la necesidad de una estrategia nacional que permita capitalizar esa demanda sin comprometer el futuro de la producción.
En ese marco, el criador argentino enfrenta una oportunidad concreta: reconstruir su rodeo con un recambio planificado, apalancado en el valor real de sus terneros y sin caer en procesos de extracción forzada de hembras. Es un momento para pensar en el mediano y largo plazo, con decisiones que fortalezcan la base productiva de la ganadería argentina. Porque lo que hoy se siembra en vientres, mañana se cosecha en carne.